Desde la antigua Grecia los grandes filósofos ya hablaban sobre la felicidad y las formas en cómo el ser humano debe alcanzarla. La “eudaimonía” traducida como felicidad, es para Aristóteles el ejercicio virtuoso de lo específicamente humano, es decir la razón. Hoy en el siglo XXI, se debe de buscar la felicidad en lo cotidiano, en el trabajo diario. Este ensayo plantea una nueva forma de hacer empresa: el éxito no genera felicidad, la felicidad genera éxito.
Las empresas son organismos vivos que viven y conviven en los mercados, se alimentan de los insumos (necesidades) que los clientes tienen y entregan los productos requeridos. Las empresas las componen las personas, quienes al ser emocionales, deben estar bien para trabajar bien y mejor.
Las personas tienen diferentes motivadores para entrar a trabajar a una determinada empresa, buen salario, nivel jerárquico, estabilidad, etc.; pero si las personas no se apasionan por lo que hacen, si no disfrutan el tiempo dedicado a la organización, los motivadores se quedan cortos ante una realidad: el trabajo se vuelve una carga y no se disfruta.
Hay que crear ambientes de trabajo que permitan maximizar la felicidad, que permitan disfrutar lo que se hace, que logren que la gente se apasione. Los trabajadores pasan más tiempo en sus puestos de trabajo que en sus casas; este tiempo debe ser disfrutado a plenitud para permitir que las personas saquen lo mejor que tienen.
El fin último de una empresa es maximizar su utilidad. Para lograrlo, se debe satisfacer a los clientes y sus necesidades. Las empresas y su consejo de administración debe velar por lograr un balance entre la rentabilidad que esperan los accionistas y la calidad del producto que reciben los clientes. Esto se logra de una sola manera; teniendo un ambiente laboral en el cual los trabajadores logren plena maximización de sus necesidades.
Cuando se tienen clientes felices, se logran negocios exitosos. La felicidad dice Eduard Punset (filósofo y científico español), debe ser el elemento clave de la cadena de valor de cualquier organización. Si no hay felicidad en el trabajo, no hay placer; si no hay placer, no hay pasión. Si no nos apasiona lo que hacemos, no seremos felices.
El fin de este ensayo es resaltar la importancia de crear y mantener ambientes de trabajo que permitan a los trabajadores sentirse bien, felices y motivados para realizar su trabajo. Se plantea el cambio del paradigma que el éxito genera felicidad, cuando es todo lo contrario. Desde la antigua Grecia lo sabemos, el problema es que nos olvidamos de aplicarlo.
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